El argumento para comer perros.

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En este artículo John D. Sutter, columnista para CNN Opinión escribe sobre que la idea de comer perros es moralmente equivalente a comer cerdos, otro animal inteligente. Si los americanos se oponen, ellos deberían cuestionar sus propios hábitos alimenticios también.

Como las fotos son difíciles de ver no las mostraré aquí y pondré este enlace. Yo mismo no quiero verlas, la verdad.

Las fotos muestran al mejor amigo del hombre metido en jaulas de alambre y transportado, ilegalmente, cruzando las fronteras del Sureste de Asia. El destino: restaurantes en Vietnam.

El sólo pensar, que alguien se pueda sentar en un restaurante público y ordenar perro de un menú, es suficiente para aquellos que aman a los perros para dejar de leer este artículo, mucho menos ver las fotos en el blog de CNN.

Aquí en los Estados Unidos, gastamos $58.5 billones de dólares en mascotas este año, de acuerdo a una proyección de la industria. Mimamos nuestros perros con regalos en Navidad, los enviamos a centros de cuidado de perros, los hacemos viajar con nosotros por avión (más de 2 millones de mascotas y animales vuelan cada año) y trotamos con ellos en los concursos para perros, juzgando la perfección de su pedigree.

¿Comerlos?

Ni pensarlo, repulsivo, cruel.

Ni siquiera lo consideramos.

Las imágenes del blog de fotos de CNN te permite una mirada al comercio ilegal de carne de perro en el sureste de Asia. Tomadas por Luke Duggleby, quien viajó a Tailandia, Laos y Vietnam por esta historia. Documenta un comercio que se estima que incluya cientos de miles de perros al año.

De 36 años, nacido en el Reino Unido y quien ha estado viviendo en Tailandia por 8 años. Me dijo en una entrevista por correo que él se considera así mismo una «persona amante de los perros». «Tuve un perro ovejero inglés para mi cuarto cumpleaños y lo llamé Tom». Éso hace difícil ver la horrible realidad de este comercio, ilegal en Tailandia porque los exportadores no pagan impuestos ni vacunan a los perros.

«Los perros son ilegalmente contrabandeados fuera de Tailandia, ésa es la parte ilegal». «Ellos no pagan impuestos. Los perros no son vacunados ni puestos en cuarentena. Pero una vez que llegan a Laos a ellos legalmente se les permite viajar… en camino a Vietnam, a los oficiales no les interesa. Una vez en Vietnam ninguna parte de esto es ilegal.»

En un matadero, «a los perros los golpearon hasta matarlos delante mio.» dijo.

Temo que vean las fotos y piensen sólo una cosa. Cuan terrible es la gente en Vietnam que pueden comer a estos adorables e inteligentes animales. Harás lo que yo hago: imaginar a tu propio perro o al perro de tu infancia en una de esas jaulas.

No pensarás en ver esto en un contexto más amplio.

Este contexto es: La crueldad de este comercio, el hecho de que los perros son apretujados en jaulas, sofocados: «pelados vivos, linchados y golpeados» de acuerdo a un reporte de CNN, es lo que debería conmocionarte y entristecerte. ¿El hecho de que la gente coma carne de perro? Eso no debería. A menos que seas vegetariano, yo no lo soy pero trato de comer poca carne, no tenemos piso moral donde sostenernos. Aquí en Estados Unidos un lugar con una obsesión poco saludable y ridícula de comer tocino, comer perro podría ser una alternativa razonable al cerdo, el cual es otro animal altamente inteligente, capaz de ser un compañero de figuras como George Clooney.

Los Estados Unidos eutaniza 1.2 millones de perros al año, de acuerdo con la ASPCA.

¿Por qué comerlos sería tan diferente?

Incluso podría ayudar.

«A diferencia de toda la carne críada, la cual requiere la creación y mantenimiento de los animales, los perros prácticamente ruegan ser comidos,» Jonathan Safran Foer, un vegetariano y novelista, escribe en el libro «Comiendo animales». Haciendo eutanasia a las mascotas suma millones de libras de carne que son desechadas cada año. Simplemente deshacerse de estos perros eutanizados es un enorme problema ecológico y económico. Sería demencial llevarnos las mascotas de sus hogares. Pero comer aquellos vagabundos, los que escaparon, esos que no son «lo suficiente lindos o que se comporten bien para mantenerlos» sería matar un grupo de aves con una sola piedra y comérnoslos también».

Pero esperen: los perros son nuestros compañeros, ¿cierto? Los cerdos (mayormente) no.

Verdad, en América.

En partes de Vietnam, no tanto.

En India, recuerden, las vacas son sagradas.

Y comer cerdo está fuera de lugar para musulmanes y judíos.

Además, hay un peligro inherente en pensar que «el valor de un animal depende en como lo trates» según William Saletan.

«Si tu lo tratas como un amigo, es un amigo. Si lo crias como comida, es comida», dice en su ensayo del 2012, titulado «Wok the dog» algo así como cocina el perro. Este relativismo es más peligroso que el absolutismo de los vegetarianos o aún de los carnivoros amables. Te puedes abstener de comer carne porque crees que la capacidad mental de los animales está muy cerca de la de los humanos. Puedes comer carne porque crees que no es así. De cualquier forma, estás utilizando un estándar fijo. Pero si te rehúsas a comer la carne de un «compañero» animal, masticando tocino, mientras le dices a los Koreanos que ellos no pueden cocinar dálmatas, estás diciendo que la moralidad de matar depende del hábito o peor de un capricho».

Quizás la lógica tenga sentido pero el pensamiento de comer perro todavía no nos sienta bien. Ése es mi caso. Fuí a Vietnam a comienzos de año para reportar una historia de comercio ilegal de pangolín, el cual es un animal mamífero cubierto de escamas al que poca gente le importa, la misma forma en que les importa los perros.

Vi restaurantes de perros en Hanoi. Fácilmente pude ir a uno.

No fui. Y eso dice menos sobre el comer perros que sucede en Hanoi que mis propios hábitos alimenticios en conflicto. Claramente, el comercio ilegal debe ser corregido. Pero también nuestra manera de pensar sobre el comercio de perros en el sureste de  Asia, ya que deberíamos estar igualmente consternados por las condiciones que existen en las granjas de animales en los Estados Unidos, incluyendo el uso de «cajas de gestación» donde confinamos a las madres de los cerdos, una práctica que el activista Temple Grandin ha criticado, diciendo que es como pedir que la cerdita viva en un asiento de avión.

Si pensamos que los perros no deberían comerse, algo así como nunca, sin importar cuan limpio sea el comercio y cuan rápido los matemos, entonces quizás deberíamos pensar sobre los otros animales que comemos, y si y por qué no sentimos lo mismo por ellos. Es porque pasamos mucho tiempo con los perros, los vemos a los ojos, hablamos con ellos, caminamos con ellos, recogemos sus excrementos, que podemos comprender que son seres vivos que respiran y sienten. ¿Sentiríamos lo mismo sobre otros animales si pasáramos más tiempo con ellos? ¿O quizás la forma del rostro de los pollos o sus picos, impiden que podamos mostrarles empatía?

Por su parte el fotógrafo Duggleby quien tomó las fotos de la historia de los perros me dijo que le ofrecieron carne de perro mientras hacía la historia pero que no pudo comerla.

«Cuando estaba fotografiando dentro de un restaurante que ofrecía carne de perro, clamando ser un chef que estudia la comida de Vietnam, me ofrecieron probar» me dijo. «Probablemente haya sido un poco extraño para un chef decir que no pero tuve que rechazar la oferta. No podría convencerme a mí mismo de probar.»

Yo probablemente hubiera hecho lo mismo.

¿Exactamente, por qué? Esa es la cuestión.

Y es la que todos nosotros deberíamos analizar profundamente.

CNN – John D. Sutter.

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